SAMUEL ATIR (1928)
Había estado casado
con su esposa durante diez años sin tener descendencia. De carácter nervioso,
inquisitivo e impulsivo. De gran capacidad para los negocios y de mucha astucia
para el ahorro. Siempre mantuvo una estrecha discreción con sus bienes y
actividades empresariales y nunca mezclaba su vida familiar con el trabajo. Era
un hombre cerrado, discreto y muy particular en la toma de decisiones.
Había establecido
su residencia permanente en Tel Aviv donde tenía su oficina pero a partir de su
retiro y estado de salud habían retornado a Tiberíades, ciudad donde su esposa
había nacido. Quizás su poder de convicción con sus allegados no provenía de su
calidez en el trato ni tampoco de su elocuencia, sino de los amplios e
importantes contactos económicos con los que comerciaba.
- ¡Dania, todo lo
hago por tí, por tus eternos pedidos, por tus deseos insatisfechos, por tus
caprichos, por tu voluntad y porque sin vos no podría vivir!, _ remarcaba
Samuel a su esposa tratando de ocultar su nerviosismo y remordimiento.
- Te lo pido por él
y por nosotros Samuel, solo necesito saber lo que tienes para decirme -
inquirió Dania al abrir la puerta a su esposo.
- No tengo detalles
para darte Dania, solo que el asunto está en regla. El Dr. Stern es un
excelente abogado - agregó él.
- Buenas tardes
Samuel, cumpliendo con su pedido voy a leerle su última voluntad junto con su
patrimonio - dijo el letrado mientras el viento jugaba con la cortina gris del
ventanal entreabierto.
- ¡Nó! De ninguna
manera lo permitiría Dr. Stern; esto es el trabajo de toda una vida, ¡guarde el
legado y las joyas en la caja fuerte, ahora no me siento bien! - replicó
jadeante y empalidecido Samuel a medida que salían de la sala en busca de un
médico.
"Prohibimos a
los judíos cosas buenas que antes les habían sido lícitas, por haber sido
impíos y por haber desviado a tantos del camino de Alá". (Sagrado Corán -
Las Mujeres - Sura 4 - 160)
"Por usurear,
a pesar de habérseles prohibido, y por haber devorado la hacienda ajena
injustamente". (Sagrado Corán - Las Mujeres - Sura 4 - 161)
DANIA ALMAH (1933)
Era una mujer fuerte, decidida y
con un amplio poder de convicción sobre Samuel, con quién había estado casada
después que él enviudara.
Había nacido en 1933 a la vera del Mar de Galilea y mantuvo su casa natal por
mucho tiempo como un valioso bien de la familia.
Reservada y fría en sus relaciones sociales, casi se diría hasta enigmática en
su vida personal .
- ¡Miqueas, hijo! sabes que tu padre es muy particular en su forma de ser, no
lo tomes como algo personal y tratá de abandonar tu rebeldía hacia él ya que es
una persona muy sufrida desde su infancia y por sobretodo, muy obstinada -
imploraba a su hijo.
- No me importan sus problemas mamá, solo me debo a quienes me demuestran
cariño como tú y no desprecio - respondía Miqueas.
- Siempre voy a estar de tu lado amor, siempre voy a defenderte aunque tenga
que oponerme a la voluntad de tu padre - remarcó Dania
De contextura física delgada y estatura baja, los años fueron desgastándola de
a poco, aunque su fuerte corazón estaba capacitado para soportar las
permanentes discusiones entre Samuel y Miqueas
- Dime madre, ¿cómo es que a veces siento parte de mi cuerpo y de mi alma
incompletos, no sé explicarlo, sensaciones extrañas que me inquietan la sangre
y los sentimientos? - preguntaba Miqueas a Dania
Desde la llegada del niño al hogar, el matrimonio vivió en permanente
discrepancias, discordias y celos. Samuel nunca ocultó su desagrado frente a la
fortaleza del vínculo filial entre Dania y Miqueas, a tal punto que la
situación se tornó peligrosa y amenazante entre la pareja.
- Samuel, sabes que estoy dispuesta a pagar con mi vida por mantener a mi hijo
a mi lado, te guste o nó, será así hasta que cierre eternamente mis ojos, y si
ésto implica separarme de tí no dudaría un segundo en hacerlo - remarcaba con
rudeza Dania
- Está bien querida, por tí voy a soportarlo todo, pagaría eternamente y con el
infierno todo lo que hice por tí, porque sé que te hace bien, porque sufriste
toda tu vida y es tu turno de ser feliz
"Cuando el cielo se hienda, cuando las estrellas se dispersen, cuando los
mares sean desbordados, cuando las sepulturas sean vueltas del revés, sabrá
cada cual lo que hizo y lo que dejó de hacer" (Sagrado Corán - La
Hendidura - Sura 82 - 1 al 5)
"Cuando el sol sea oscurecido, cuando las estrellas pierdan su brillo, cuando
las montañas sean puestas en marcha, cuando las camellas preñadas de diez meses
sean descuidadas, cuando las bestias salvajes sean agrupadas, cuando los mares
sean hinchados, cuando las almas sean aparecidas, cuando se pregunte a la niña
enterrada viva, que crimen cometió para que la mataran, cuando las hojas sean
desplegadas, cuando el cielo sea deshollado, cuando el fuego del infierno sea
avivado, cuando el jardín sea acercado, cada cual sabrá lo que presenta"
(Sagrado Corán - El Obscurecimiento - Sura 81 - 1 al 14)
"¡A dónde iréis pues?" (Sagrado Corán - El
Obscurecimiento - Sura 81 - 26)